Anya Olsen es una contradicción. Si te cruzaras con ella por la calle, te parecería simplemente una de las chicas más dulces, burbujeantes y monas de la ciudad. Con una estatura de 1,70 m y un peso de poco más de 45 kg, la clásica belleza americana de Anya está envuelta en un paquete pequeño marcado por una amplia sonrisa y una risita chillona y descarada. Pero en realidad, aunque esta antigua animadora y jugadora estrella de voleibol pueda parecer inocente, tiene el corazón de una auténtica zorra. Anya se define a sí misma como una ninfómana, e incluso culpa a su adicción a las pollas de haber sido expulsada de la escuela en su ciudad natal de Oneonta, Nueva York. Así que ni los amigos n...